Por: Emilia
Santos Frías
Santo Domingo,RD.-Ser una
persona efectiva laboralmente; disfrutar este derecho y ser productivo (a), no
es el norte para mucha gente.
La
incapacidad, cansancio sin hacer mucho; falta de seguridad e incompetencia, son
atributos que muchas personas exhiben hoy. Van a las instituciones con un firme
propósito: lacerar el Estado y servirse con la cuchara grande, lo que lleva al
fortalecimiento de desigualdades.
Son expertas
(os) en alterar el clima laboral y crear crisis elaboradas por su psiquis
quebrantada.
Este es un
escenario molesto a la vista de muchas otras personas. ¡Por suerte, quienes
amamos el trabajo somos más!
Hoy las
relaciones personales superan la educación profesional, inteligencia, habilidad
e interés. Así como la diligencia.
Existen altos
niveles de desempleo, sin embargo,
personas más agraciadas, muchas de ellas “trabajadoras sin motivación ni
emoción”, entorpecen el ambiente laboral: es su día a día. Parecen disfrutar
hacerlo tóxico; permearlo de sus carencias y demonios.
Hombres y
mujeres de todas las edades, no muy en el fondo, carentes de educación
doméstica y formal; pasión e identidad laboral, pero sobre todo amor y entrega
al oficio o profesión que realizan, son un verdadero dolor de cabeza para
quienes buscan exhibir ambientes de trabajo sanos.
Y es que las
trabajadoras y los trabajadores tóxicos, son hábiles, pero para incidentar,
elaborar calumnias; mitómanas (os) naturales; intrigantes que adornan
lamentablemente, hoy por hoy nuestras instituciones.
No poseen
capacidad para entender y respetar que la seguridad y la paz laboral, son
derechos fundamentales.
Como dice
Hubbard en “Los Problemas del Trabajo”, quien no trabaja no es sano
mentalmente.
El trabajo es
arduo, pero necesario; tiene propósito a diferencia del juego, que carece de
él. Implica más que recibir una paga. Y quien lo detesta no es parte del
sistema; no puede ver a donde va.
¡Hay que tener
cuidado con el compañeros, la compañera que explota la organización. Es parte
nuestra, debemos protegerla. Aunque mañana nos despidan!
Apelemos al
control de nuestro cuerpo y ambiente
circundante, para lograr eficiencia. Quien no lo hace es inútil, dice Hubbard. Tiene dificultad, no sólo en el
trabajo, sino también, en la vida, porque destruye la sociedad y así mismo. Su
confusión y demencia se refleja en la incapacidad, pero son excelentes a la
hora de echar a perder a los buenos trabajadores”.
Un ambiente
tóxico impide la productividad. El control y trabajo en equipo es el arma
fundamental para frenar a quienes no ven más allá de su entorno.
Amiga
trabajadora, amigo trabajador, el trabajo es parte de nuestra vida,
¡practiquemos respuestas emocionales positivas, tengamos afinidad y
comunicación en su desarrollo.
Recordemos que
las personas tóxicas suelen ser agotadoras. ¡Decídete a cambiar esta realidad
si estas atravesando por ella!.
Quien no puede
trabajar, no es feliz, afirma Hubbard.
Alcancemos el
éxito mediante la capacidad de dar, recibir y tolerar.
La autora es Educadora, Periodista, Abogada
y Locutora.
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