UN MOMENTO DE REFLEXIÒN
«LO SIENTO, ME OLVIDE»
SALMOS 100: 3 “Reconozcan que el Señor es Dios; El nos hizo, y somos suyos”.
¿Qué tan olvidadiza eres?
Pareciera que soy muy propensa a dejar mi cartera en sitios fastidiosos: baños públicos, restaurantes, carritos de compra. ¿Y por qué? Porque “se me olvida”.
Cuando estoy contando un chiste, siempre me acuerdo de la gracia del mismo, pero ¿del chiste? a menudo “se me olvida” cómo es.
Cuando mi amiga Marla y yo nos juntamos para conversar, constantemente nos decimos la una a la otra: «Te iba a decir algo. ¿Qué era?» Mi amiga Lisa (nos reunimos para almorzar sólo una vez al año) siempre me dice: «Trae tus notas.» Ella sabe por experiencia que se me olvidan las cosas, por lo que quiere que escriba las cosas importantes de las que necesitamos hablar. Y no es que sea candidata para la senilidad todavía….. es que mi cerebro parece estar demasiado ocupado.
A veces se me olvidan cosas aún más importantes, como la manera en que Dios me ayudó en el pasado. Cómo atendió a mis peticiones de sanidad, cómo me dio el valor de hablar frente a un gran grupo de personas. Cómo me proveyó del dinero para un gasto inesperado, y tantas otras formas en que El me respondió.
Siempre pensé que los israelitas tenían la vista corta y que fueron desagradecidos cuando viajaron por el desierto con Moisés. Si yo hubiera estado allí hubiera sacudido a algunos de ellos y les hubiera dicho: «¡Oigan! ¿Qué les pasa? ¿No es éste el Dios que los sacó de la esclavitud en Egipto? ¿El que separó las aguas del mar Rojo para que pudieran pasar por tierra seca? ¿El que les proveyó de comida desde el cielo? ¿Y todavía tienen el descaro de quejarse del menú? ¡Y ahora están adorando a un becerro de oro? ¡Vuelvan en sí! ¿Cómo podrían olvidarse de la manera como Dios los ha amado y los ha cuidado?»
Pero cuando mi vida se vuelve tan agitada, mi agenda está tan llena de planes, y las cosas urgentes desplazan a las importantes… es raro el momento en que puedo entrar en quietud y reflexionar sobre la bondad de mi Dios. Entonces me doy cuenta de que fácilmente podría ser uno de esos hebreos. Y me parece escuchar a Alguien decir suavemente: «¿te acuerdas de Mí?» ¡Cómo podría olvidarlo!
Podemos reflexionar en lo siguiente:
¿Están desplazando al Señor de mis pensamientos otras actividades aunque éstas sean buenas? ¿Lo he olvidado?
¿Cómo me ha provisto Dios en el pasado? ¿Con qué frecuencia aparto un tiempo para darle gracias por ello?
Es importante no olvidar lo que Dios hizo por nosotros. El alma es el asiento de las emociones y si se descuida, puede aparecer el engreimiento. En el Salmo 103:2, David decía para sí: “Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Nosotros podemos imitar al salmista, recordando que tenemos un Señor que junto con Su vida nos dio Sus beneficios.
APR.
ORACION: Gracias Señor. Tu amor es tan especial que cada día lo puedo palpar, en las pequeñas y en las grandes demostraciones de tu impresionante dar. ¿Por qué olvidarme hoy de tu bondad y tu amor? Permíteme elevar ante Ti esta oración con fervor, y así con un corazón abierto decirte… muchas gracias mi Señor.