Estudiante de Kreyol/ Mwen se etidyan
Kreyol
Santo Domingo, RD.-El Mamey. Municipio Guerra. Sto Dgo. Antes de expresar como
me sentí al compartir con tanta gente genuina, debo confesar que tenía una capacitación-
actualización profesional, en la provincia San Pedro de Macorís, este sábado 11
de mayo. La descarte reiteradamente con el firme propósito de vivir una experiencia
nunca antes vivida.
Viajar a Batey Mamey y vivir una experiencia de intercambio
cultural, me gusto desde que nos invitaron a un grupo de estudiante de Kreyol,
el personal del Centro Bonó. A nivel profesional he vivido prácticas similares,
con colegas haitianos, pero nunca como la del sábado 11 de mayo. Esta al
permitirme hacer pininos, hablando Kreyol, fue como alcanzar un peldaño más,
pero, en la escala de convivencia social, con mis iguales.
Al llegar e interactuar,
las anfitrionas y los anfitriones, derrocharon amabilidad, trato afable;
nos hicieron sentir cercano, como nuestras tierras.
Practicar la nueva lengua que estudio: el Kreyol, era quizás,
lo esencial del viaje, pero no para mí. Para llegar a la práctica educativa,
antes, quería sentir; experimentar, cómo
sería el trato. De eso dependería que enriquecedora o no sería. ¿De qué manera
nos relacionaríamos?, lo hicimos dada la hospitalidad, con mucha alegría y
acogida; como debe hacerse entre pobladores de una misma isla, con auténtica cortesía.
La alegría guió toda nuestra estadía en Batey Mamey. Fuimos
en busca de aprendizajes y conseguimos bastantes, en lo personal y formativo.
Conocí personas grandes y pequeñas que dejaron huellas, con mucho
que decir y enseñar. No les vi cosas materiales, esas brillaron por su
ausencia, pero su sapiencia roció nuestros cuerpos como las lluvias de Mayo.
Al llegar al lugar, nos impresionó la felicidad mostrada al
vernos. Argelis Piña, fotógrafa consagrada, coincidía conmigo en este aspecto,
mientras yo sonreía mostrando complacencia por lo presenciado.
El entorno limpio, sin basura ni contaminación sonora,
propicio para la instrucción. ¡Que maravilla en una comunidad tan poblada,
había silencio!. Ya había olvidado que es posible, ¿será por qué soy citadina?
y aquí el ruido abunda.
Varios envejecientes o adultos mayores, sin familia y nada
material que ofrecer, sólo un poco de ellos, de sus vivencias, sus saberes… Me
pregunté al llegar a casa: ¿qué más podemos ofrecer a los demás?. Si eso no es
ser genuino, ser personas, ¿qué lo es?.
Mi experiencia fue rica, compartí con mujeres, parturientas,
madres; niñas, niños, ancianos, ancianas, también con hombres jóvenes. Cada una
de esas personas dejó algún nuevo aprendizaje en mí. Soy inquieta, me gusta
conversar, conocer gente, saber de ellos; qué les gusta, qué hacen. Así supe
que la Virgen del Perpetuo Socorro es la patrona de Haití y del Batey Mamey,
por supuesto. ¡Ya se su fecha de aniversario!: 30 de junio (trant Jen).
Mi nuevo amigo el señor Nelio, un envejeciente adorable, me
enseñó normas de cortesía y una que otras oraciones para comunicarme, pero
siempre en Kreyol. Tal como planteó el profesor Michelet Fleurisaint. Así lo
hicimos, y fue excelente idea.
En la tarde, después de nuestro recorrido por el batey,
durante el cual conversamos con las y los pobladores; personas agradable; y
luego de un suculento almuerzo, jugamos con las niñas y los niños. ¡Cuántos
traviesos juntos!. Aún, recuerdo a Anthony, ese inquieto, de grande sonrisa y
sabelotodo, me dejó afónica. Nos hizo sonreír bastante, es un enérgico
inteligente.
Cuando llegó el momento de preparar algo para esa gran fiesta
entre dos culturas, junto a otras 5 compañeras, tuvimos un grupo compuesto
inicialmente por 5 niños (Luisito de 5 años, Bryan de 11, Gabriel de 7, Rudy de
8 y Anthony de 7 años) y 1 niñas
(Yesenia de 7 años), a ellos se sumaron de manera espontánea 2 niñas (angélica
de 12 años y Nereida de 7 años), así como, 2 niños (Alexis de 7 años y Brauli
de 4 años). Fue divertido cantar con ellos a instrucción de una compañera de
curso, “senk kilomét apye”. Esa fue una
tarde en que también aprendimos y sonreímos con la candidez de las y los
menores de edad.
Es una experiencia que merece ser repetida. Pude contactar
que hay en El Batey Mamey, personas haitianas con más de 40 años residiendo
allí; orgullosas de su cultura, embajadoras de buena voluntad.
Su trato me llevó a
agradecer a as personas que nos asistieron, con quien compartimos, a todas y todos, en nombre de quienes les
visitamos: estudiantes y profesores de Kreyol del Centro Bonó, “ Mesi, pu
recevwa nou na cominote a. Nou ta renme visite nou yon lot twa anko. Nou sentí
nou tre kontan anpil.
Mesi anpil pu tu bagay.
Orevwa! “.
La autora es Educadora,
Periodista y Abogada.
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