miércoles, 8 de mayo de 2013

¿Tiene padrino esa sarna? Palqueadores o dueños de las calles vividores que tienen a la población indignada


Por Emilia Santos Frías
La sociedad dominicana con todas sus riquezas naturales y étnicas, no escapa de algunos tipos de cáncer, sobre todo en lo concerniente a las costumbres  que “hacen ley”. Algunos son prevenibles y otros curables, pero mientras inicia esa limpieza con medicación, duele, lacera y lastima hasta el sagrado derecho a la paz que tenemos todas y todos.

Me refiero a los molestos señores que se han adueñado de nuestras calles en calidad de “parqueadores”. ¿Quién le asigno esa búsqueda?, como decimos en buen dominicano. ¿Cómo ocurre esto ante nuestros ojos y nadie elimina esta molestia?.
Disculpen mi ignorancia: ¿debo pagar al ayuntamiento o a una institución  particular al estacionar mi carro en las calles de mi país?. Me refiero a  lugares donde la calle es el parqueo.
La cuestión es sencilla: cuando un Estado no garantiza los  derechos de su población, ocurren tragedias, eso está confirmado. La indignación de los seres humanos hasta a un paso de ejercer violencia y ella es otro cáncer que nos afecta.
No sólo con voluntad mental se resuelven las dificultades. Es necesaria la ejecución de acciones palpables y medibles.
Ir al malecón de Santo Domingo a recrearse, ya no es opción, de serlo pagarás RD$100 pesos por colocar su vehículo en calles cercanas, por corto tiempo. Ni hablar de ir a realizar alguna diligencia al Ministerio de Salud Pública o a cualquier oficina del Estado, sin estacionamiento para visitantes; allí también hay dueños de las calles.
Lo propio, pero a un costo más alto, ocurre en calles cercanas al Teatro Nacional y el Consulado de Estados Unidos, ubicados en la Máximo Gómez; el precio es RD$150 pesos. Y ay de aquel que enfrente a uno de estos malhechores, recibirá improperios, hasta rasguños y choque a su vehículo. Pregúntele a quien visitó la XVI Feria internacional del Libro.
 La escases de parqueos para todo el público que visitó esa fiesta de la cultura, obligo a las personas estacionarse en calles del sector la Esperilla y ser víctimas de timo por parte de estos “señores palqueadores, padres de familia”. No entiendo como curre eso incluso en la calle donde está ubicada una institución tan prestigiosa como FUNGLODE.
Es necesario que hagamos inferencia de en que recreación, paz, libertad de tránsito, también son derechos humanos, y por ende debemos ejercerlos, disfrutarlos plenamente, como personas humanas, para poder desarrollarnos.
Sigo como tantas preguntas en esta cabeza, ¿quién está detrás de esa ya no tan nueva modalidad de bandidaje?; a población dominicana, tiene muchos doliente, pero ¿quién podrá consolarla?, será ¡el Chaplin Colorado!.




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