Este sábado 4 de mayo, mientras me dirigía a Bani, en horas
de la tarde, experimenté, no sólo susto, sino, impotencia al contemplar como de
tres en tres, jóvenes presumiblemente de Santo Domingo Oeste, coordinaban y
luego realizaban, en plena Avenida 6 de Noviembre, carreras a exagerada
velocidad, en segundos. El escenario fue el tramo que comprende el cruce
Avenida 27 de Febrero, hasta el peaje.
¡Por Dios, donde están las autoridades!. Quienes corren, lo
hacen desafiando todo, chocar a alguien o que los choquen y ocurran tragedias
humanas. Lo hacen conscientes; vi sus caras sonrientes y desafiantes cuando
cruzaban entre un vehículo y otro. Confirme que eso es parte del ritual.
Desconozco sus razones para seguir exponiendo lo más preciado
que poseen: sus vidas, pero, el motivo que sea es una conducta que debe ser
sancionada por toda la sociedad y como no, por sus llamadas “autoridades
competentes”.
Ya está bueno de tanta carga a la paz individual y colectiva,
respeten nuestros derechos. ¡Seguridad
Ciudadana, hay o no hay?.
Mi temor mayor el sábado, fue, que a mi lado estaba lo más
preciado que poseo: mi hija. Pasamos un momento difícil, igual que cada uno de
los conductores que transitaban a las 6:00 de la tarde. Y nadie hizo nada; el
personal militar y civil del peaje, actuaban como si no veían lo que pasaba.
Es una acción repetitiva, que he vivido, por cierto junto a
mi hija, mi compañera de viaje, sobre todo cuando viajamos sábado o domingo,
entre Santo Domingo y Bani. En Hatillo de San Cristóbal, es una constante. Lo
mismo ocurre desde Villa Altagracia a Santo Domingo, cuando vienes en esa
dirección. En este caso, la carrera concluye en Los Alcarrizos. También me he
expuesto, mientras conduzco en esa zona, días sábado en la tarde o domingo,
preferiblemente 5:00 a 7:00 p.m, “sus horas de diversión”.
¿Hará alguien que pueda
hacer algo o tendrán que ocurrir pérdidas lamentables para ponerle la tapa al
pomo?
No esperemos que sean los propios munícipes de esos lugares,
muchos de ellos son los apostadores que he observado encima o debajo de
puentes, así como a orillas de las carreteras cada fin de semana, aupando a su
favorito, sin impórtale que en sólo segundo puede ser un cadáver. Esperemos que
no haya manos oscuras envueltas en esta mortal acción.
La autora es Educadora. Periodista y Abogada
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