Por Emilia Santos Frías
El gran humanista dominicano, médico, psiquiatra, escritor y profesor universitario, Antonio Zaglul; ese facultativo que amó a las personas con padecimientos mentales, antes de su partida al cielo, nos solicitó: “comprender al enfermo mental y ayudarle, es todo lo que pido”.
Hoy el gran maestro llegó a mi mente, debido a que en los últimos días, en calles de Santo Domingo y provincias como San Pedro de Macorís y San Cristóbal, incluyendo sus municipios Haina y Villa Altagracia, he contemplado, enfermos mentales deambulando, sin rumbo fijo.
El maestro inmenso llega a mi mente en repetidas ocasiones; le escucho explicar de manera enérgica, como lo hizo en “Mis 500 Locos”: quien se ríe del enfermo mental, tiene un profundo temor a enloquecer”. Nuestro deber es ayudarle, es nuestro compromiso social.
Agradezco a Dios, permitirme conocer el alma bondadosa del doctor Zaglul; médico humano. Varias de sus obras, he leído en repetidas ocasiones y cada vez, con la misma hambre de aprender algo nuevo, pero mi mayor aprendizaje ha sido desvelar al ser humano detrás de la figura del médico.
Y hoy te invito unirte a tu sociedad y mediante la integración a equipo colaborativo, acciones para reducir dificultades; amparar a los enfermos mentales; respetar sus derechos como seres humanos, es tu deber. Asistirles como buen samaritano, también.
“Todo se puede conseguir perseverando, decía Zaglul, y es real. Asimismo, el maestro nos legó creer en la honradez humana, aunque siempre nos demuestren lo contrario. Utiliza tus valores morales y ayuda tu país en esta dificultad de salud que atraviesa.
Dominicana, dominicano, no es necesario rogar a Dymphna, la protección de los enfermos mentales, si tú y yo, asumimos hacia ellos, nuestros deberes ciudadanos. Que ningún halo de ignorancia te haga caer en la maldad, son tus compatriotas, tu familia, tus hermanos. ¡Debes protegerlos!.
Hoy no es sólo el compromiso de un ministerio. Tu y yo tenemos una cuota que aportar a la solución de esta dificultad.
¡Gracias maestro por sus obras, grandes legados de amor genuino, grandes enseñanzas; toneladas de bondad en cada línea. Cómo esperar menos de alguien que amó tanto la dominicanidad!.
Y a ustedes mis amigas, mis amigos, ¡que nuestra locura sea genial, como la de Zaglul !. Que nuestros aportes hagan un mejor país, que podamos ser como el mismo maestro se definió: “un enfermo mental coherente con sus ideales”. Es hora de nuestra contribución!.
La autora es profesora, periodista, abogada y locutora
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